Lyrics
Mirá compadre, no es justo callarse,
la cárcel no es pa' que mueran de a poco,
allá adentro se pudren los sueños
de los pobres que el hambre volvió locos.
No es lo mismo robar por la rabia
que matar por poder y ambición,
y los ricos que roban al pueblo
ni siquiera conocen prisión.
Pero compadre, el que roba es ladrón,
y que pague, no hay excusa ninguna,
no me venga a pintar con razones
al que vive del mal y la trampa oportuna.
¡Pa’ mí que se pudran los pillos!,
que no salgan jamás de esos muros,
porque el crimen no tiene disculpas
aunque vengan con cuentos tan puros.
¿y la culpa del sistema en que vivimos?
¿no ve que hay barrios sin luz ni comida?
que los niños nacen condenados
por un mundo que prioriza la buena vida a la vida digna?
Una celda no arregla el pasado,
ni castiga al que manda y destruye,
castiga al que nace sin nada
y al que el hambre le obliga y le influye.
Persona A
¿No se acuerda de Rosario, compae?
esa niña que quiso volar,
pero el barrio le cerró las ventanas
y aprendió a defenderse y matar.
No nació mala, fue la calle,
fue el desprecio y fue el abandono,
y en vez de tenderle la mano,
la marcaron con el mismo encono.
Eso suena bonito, lo admito,
pero el crimen se paga, eso es ley.
La justicia no puede ser blanda
porque entonces nos va a tragar el buey.
A mí me enseñaron de niño
que el que roba merece castigo,
y si vamos cambiando esa idea,
terminamos durmiendo con bandidos.
Pero, ¿y los políticos pa cuándo?
¿cuántos roban y quedan tranquilos?
hacen leyes pa’ encerrar al pueblo
mientras llenan de oro su boca.
Usan cárceles como cortinas,
pa’ ocultar su rapiña constante,
y después en campaña prometen
más justicia, pero pa’l de adelante.
Y la gente también es culpable,
porque mira pa’l lado y no siente,
cree como usted que el pobre merece castigo
aunque viva humillado y ausente.
Hay un goce en ver al caído
tras las rejas, sin agua ni abrigo,
como si el dolor de los otros
les lavara sus propios castigos.
Tal vez tengas razón, compañero,
quizá el mundo no es blanco o negro,
pero aún me cuesta entender
que se llore al que vive del miedo.
No es llorarlo, es verlo distinto:
el castigo sin justicia es venganza,
y el perdón sin verdad es mentira...
¡que el castigo también da esperanza!
Porque un país que encierra al humilde
y perdona al que manda y destruye,
no es justicia, es un grito dormido,
¡es la cárcel que afuera concluye!
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