Ranchera norteña

Esta es la historia de dos amigos que eran como hermanos:
uno era de Antioquia y el otro de los llanos,
De muy pequeños, a las autodefensas se unieron;
allí fue donde se conocieron.

Uno se llamaba Luis, alias El Grillo;
el otro, José, alias Orejas, ambos muy buenos pa'l gatillo.
Así, poco a poco, fueron subiendo,
pues dieron de baja a muchos enemigos.

Así pasaron algunos años,
hasta convertirse en comandos de sus escuadras.

Una noche, que estaban en el campamento,
los enemigos los rodearon sin darles tiempo de nada.
A toda su gente les dieron de baja.
Sólo quedaron El Orejas y El Grillo.

Escucharon un grito que les dijo:
"Si se rinden, les perdonamos la vida,
los dejamos vivos".

El Grillo dijo:
"¡Compa, aquí yo peleo,
yo no me entrego a ningún malparido!".

El Orejas respondió:
"Tranquilo, mi amigo,
aquí estoy contigo. Vamos a pelear,
así nos toque morirnos".

Aquellos amigos pelearon
hasta quedarse sin tiros.

El Grillo, malherido, dijo:
"Como dice el dicho, mi amigo,
hasta aquí nos trajo el río.
Te agradezco todo lo vivido;
eres mi hermano, eres mi amigo.
Gracias por el tiempo compartido".

El Orejas le respondió:
"Fue bueno encontrarte en el camino
y en la organización.
Hoy aquí nos despedimos.
Te agradezco también lo vivido".

En ese momento, al Orejas, dos tiros en el pecho
acabaron con él. Y al Grillo, un tiro en la frente.
Pero antes de eso gritó:
"Gracias, Dios, por darme a este hermano, a este amigo".

Así termina el corrido de alias Orejas y alias El Grillo,
que fueron muy buenos pa'l gatillo.

¡Alex González!

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