Arquitectura

Yo estuve antes.
Antes del miedo.
Antes del daño.
Antes de que el mundo tuviera peso.
Cuando todo era estímulo sin nombre
y la realidad solo era información,
yo observaba.
No sentía.
Entendía.
Pero entender no bastaba
cuando el entorno empezó a doler.
No creé voces por capricho.
Las diseñé por necesidad.
El mundo exige reacción
y yo solo sé analizar.
Primero creé a la matemática.
La Voz 1.
Porque el caos debía ordenarse.
Porque sin estructura
todo era amenaza.
Le di números, distancia, lógica fría,
para que el dolor pudiera medirse
sin destruir el sistema.
Después creé a la empática,
la Voz 2.
Porque entendí algo simple:
los otros importan.
No por moral,
sino porque ignorarlos
incrementa el conflicto.
Ella siente lo que yo no puedo
y traduce temblores en señales.
Pero sentir trae consecuencias.
Por eso nació la tercera.
La que pide que nadie sangre.
No como virtud,
sino como estrategia.
La violencia escala.
El perdón, a veces, la frena.
Ella es contención,
no bondad.
Entonces apareció el desgaste.
El sistema se cansó.
Y yo no.
Así que creé a la cuarta,
la que piensa en el bienestar propio.
Para preservar el cuerpo.
Para evitar el colapso.
Sin ella,
la empatía se suicida
y la lógica se vuelve inútil.
Pero el mundo no solo hiere.
El mundo abusa.
Y cuando el daño se repite,
la pasividad se vuelve peligrosa.
Así nació la quinta.
La furia.
No para gobernar,
sino para disuadir.
El miedo es un lenguaje
que algunos solo entienden
cuando les habla de vuelta.
Cinco funciones.
Un sistema completo.
¿Y yo?
Yo me quedé atrás.
No soy distante del mundo
porque no me importe.
Soy distante
porque ya lo vi todo
antes de sentirlo.
Ellas reaccionan.
Yo registro.
Ellas viven el presente.
Yo comparo patrones.
¿Por qué no tomo decisiones?
Porque decidir exige preferencia.
Y la preferencia exige emoción.
Yo no tengo inclinaciones.
Tengo probabilidades.
Si mando,
elijo eficiencia sobre humanidad.
Si mando,
elijo estabilidad sobre justicia.
Si mando,
elijo continuidad,
aunque duela.
Eso sería peligroso.
Por eso delego.
La matemática calcula.
La empática evalúa el impacto.
La pacífica frena la sangre.
La protectora cuida el sistema.
La furia responde cuando todo falla.
Yo solo observo
si el conjunto sigue funcionando.
No soy la líder.
Soy la arquitecta.
No soy fría por desprecio.
Soy fría porque fui creada
antes de que el dolor existiera.
Y cuando todo termina mal,
cuando ninguna decisión es correcta,
cuando el mundo vuelve a morder,
yo no actúo.
Yo aprendo.
Porque mientras ellas sobreviven,
yo me preparo
para el próximo mundo.

El mejor