Zamba a mis viejos

Los veo andar más despacio,
y en sus ojos hay más sol,
como si el tiempo al mirarlos
me dijera: “acá estoy yo”.

Las manos que me cuidaban
hoy me abrazan sin hablar,
y aunque el mundo dé mil vueltas,
ellos siempre están igual.


A veces los veo y pienso
cuántos pasos di por dos,
cuánto amor guardado en gestos,
cuánto soy por lo que son.

Sus canas me cuentan cosas
que la vida me enseñó,
que crecer es darlo todo
y quedarse con lo menos.


Viejos queridos, raíz del alma,
mi zamba canta por lo que dan.
Yo envejezco y los llevo adentro,
como se lleva la tierra al pan.

Gracias por ser lo que nunca cambia,
por ser abrigo sin preguntar,
si hoy soy quien soy, es por su mirada,
y por sus huellas sobre mi andar.

Zamba folklore moderno